sábado, 27 de octubre de 2007

El diario de una mujer cualquiera

Querido Diario:
Me encuentro nuevamente recurriendo a ti como una casi engañadora forma de desahogarme de la soga que tengo, o que avece yo misma pongo al rededor de mi cuello.
Como es natural en un diario de vida, partiré contando, bueno, mi diario...
Hoy fue un día como cualquiera y eso es lo que lo hace insoportable. Hace bastante tiempo ya que tengo este tipo de días y realmente no me agradan.
Salté de mi cama a eso de las 9, antes que sonara el despertador ya que el horroroso calor que inunda al departamento por las mañanas como una nube pegote es mas eficiente aún que la alarma de mi despertador de ratón Mickey.
Este calor sofocante me envía automáticamente hacia la ducha, es más, creo que debe haber algún tipo de huincha transportadora ya que no me explico como llego al baño y me quito la ropa ya que con los ojos cerrados por las lagañas y aún dormida dudo que esa tarea sea fácil de hacer por mi misma.
Prendo el agua para darme una reconfortante ducha...esperen, ¿dije reconfortante? perdón, una terrible ducha que hace el corte tajante entre mis sueños y esos "días cualquiera". Esa bendita regadera parece mirarme por cada orificio de donde sale el agua y gritando ¡despiertaaaa!.
Ello, ello, maldito ello otra vez.
Y así continúa mi día, con una taza de café al frente revolviéndola casi por inercia y mirando por la ventana el radiante y sofocante día.
Salgo a la calle y siento como el sol quema mi blanca piel, que de blanca le queda solo el nombre ya que con estas salidas poco a poco ha ido tomando un tono "caribbean" como el de los autobronceantes, ¿ que suerte no? y no gasté ni un solo peso, con tal de que no use bikini y no se note mi quemada tipo camionero todo OK.

Me pongo la chaqueta, me saco la chaqueta, me la pongo me la saco y así con esta indecisión térmica ante la variable de temperatura entre la luz y la sombra llego al gentil paradero que espera sonriente y burlón para que pose mi trasero en él media hora hasta que pase la condenada micro y me recoja, para sentarme nuevamente, en los finos asientos de imitación cuero que poco disfruto ya que con los constantes saltos me lo paso mas con la cabeza pegada al techo.

¡TARDE!
Otra ves retrasada, siempre he querido experimentar un solo día sin medición alguna del tiempo en general. Que alivio tendría; pero por estos días la gente tiene un reloj en el culo como parte de su organismo ¡estoy segura! y avisa cuando llegas tarde haciéndoles doler, es la única explicación que tengo para la tropa de desesperados en las calles, y eso no es todo, están casi desarrolladas por completo las bocinas para manifestar su dolor de culo " retraso" ya que la capacidad de hablar se les extingió casi por completo...


ESTA HISTORIA CONTINUARÄ...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Florencia !! que desaparecida estabas !! me gustó tu historia, estaré pendiente de la continuación, lamentablemente somos esclavos del tiempo.

Espero que vuelvas pronto y que te pases por mi blog.
Salu2